INTRODUCCIÓN
Una de las necesidades principales de un sistema deportivo es encontrar los sujetos con determinadas aptitudes y actitudes que les permitan llegar al deporte de rendimiento con menores costos económicos y de tiempo. Según Schiffer (2008), la selección de talentos requiere indicadores antropométricos, rendimiento, habilidad específica en un deporte y la tasa de crecimiento de los indicadores del test. La selección puede durar entre 4-5 años y el entrenamiento sistemático, iniciar hacia los 10 años. Para García J., Campos J., Lizaur P., y Abella, C. (2003), en el mundo se utilizan tres sistemas de selección de talentos: la selección natural, la selección científica y la inversión en talentos confirmados. Según Suslov (2008), algunos países tratan de mantener su nivel deportivo nacionalizando talentos probados de otros países, en particular de África y el Caribe. Para Ijzerman J., Damen, T., Koens, G. y Collée, T (2008), la selección de jóvenes talentos se puede realizar por métodos científicos, aunque muchos entrenadores utilizan el ranking de las competencias para seleccionar los atletas. Según Torres (1998), los procesos científicos van filtrando hasta seleccionar los sujetos superdotados.
Para Cobley, Schorer y Baker (2012), la selección de deportistas se desarrolla en dos etapas: la identificación del talento que describe el proceso de reconocimiento y la selección de jugadores que muestran potencial para sobresalir en la competencia; y el desarrollo de talento en el deporte que se refiere a la provisión de los entornos más apropiados para que los atletas aceleren su aprendizaje y rendimiento. Williams A., Ford, P., Hodges, N. y Ward, P. (2018), se preguntan ¿podemos predecir el talento deportivo? Y responden que la clave es identificar una prueba o batería de pruebas que prediga a los niños con más probabilidades de tener éxito en un deporte. Las mediciones a menudo son exitosas, pero la utilidad predictiva de tales medidas sigue sin demostrarse.
Es preciso abordar el concepto de talento. Según Osejos y De la Paz (2017), el origen de la palabra talento se remonta a Grecia donde llamaban tálanton al platillo de la balanza donde pesaban metales preciosos, luego se llamó así a monedas que circulaban por el mundo helénico y cuando llegó a Roma adquirió el significado de tesoro. En castellano hacia el 1155 toma significado de inteligencia; más adelante talentum en latín, está vinculada a aptitud o inteligencia; aunque puede desarrollarse con la práctica. García J., Campos J., Lizaur, P., y Abella, C (2003), indican que en la literatura anglosajona existen los términos gifted o superdotado para quien sobresale en actividades intelectuales y talent o talento para aquellos que se destacan en actividades no académicas.
En el campo del deporte hay distintas definiciones de talento. Para Volkov y Filin (1988), las dotes se manifiestan en el desarrollo de las aptitudes motoras generales y especiales que determinan el éxito en un deporte. El conjunto de las cualidades físicas y psíquicas que componen las aptitudes no es igual en los deportistas, cada uno se caracteriza por diversos factores de éxito. Citan a Bulgákova, quien afirma que, si se quiere encontrar un joven de talla bien alta, quien integre el 1% de su categoría de edad y sexo, la probabilidad de encontrarlo es 1 de cada 100; si se quiere encontrar la persona con talla alta y rápido, la probabilidad es de 1/10.000; si la persona requiere un alto desarrollo en tres características la probabilidad de hallarlo entre los de su edad será de uno en un millón.
Según Hahn (1988), el talento deportivo es una aptitud acentuada, superando la media normal, que aún no está del todo desarrollada; es la disposición por encima de lo normal de realizar unos rendimientos elevados en el campo del deporte. Existen tres tipos: talento motor general, talento deportivo y talento específico para un deporte. Según Añó (1997), talento deportivo es una aptitud superior a la media en una determinada especialidad que posee un niño. Para Matveev (2001), el talento equivale a la predisposición individual que, junto con las necesidades e intereses personales constituyen las premisas para la selección deportiva.
Para Tranckle (2004), talento describe al niño en estado natural, en posesión de habilidades naturales no entrenadas y expresadas en aptitud o don, ubicando al niño en el 10% de los de su misma edad; y talento como producto final de un proceso de desarrollo, donde alcanza el dominio de habilidades, que coloca al niño en el 10% de los de su misma edad en un deporte. Para Ulbrich (citado por Weineck, 2005), cerca del 6% de la población, en la distribución normal, presenta valores sobre el promedio en una característica, como un caso extremo. Joch (citado por Weineck), señala que los talentos múltiples (aptitud para más de un deporte) ocurren solo en el 3% de los casos en un grupo de los considerados talentos. Según Hohmann, Lames y Letzeier (2005), el diagnóstico de talento se limita a identificar los jóvenes cuyo rendimiento competitivo o características específicas están por encima de la media de la población. La pregunta es ¿cuán grande debe ser la separación mínima sobre la media? Citan a Ljach (1998), quien informó que la selección de talentos en Rusia utilizaba un criterio de dos veces la desviación estándar (el mejor 2,28%). Kovar (1981), promovió para la selección de talentos con rendimiento de al menos tres desviaciones estándar (el mejor 0,13%). Y Matsudo (1996), propuso cuatro desviaciones estándar por encima del nivel de grupo de edad (el mejor 0,0034%).
La selección de talentos en la juventud es una cuestión compleja. Para Weineck (2012), los niños crecen y cuando entran en la pubertad hay un cambio total de mentalidad, de fuerza física, de velocidad, etc. En los escolares, no se sabe si son indicadores estables, para ser un saltador de longitud, de altura, etc. En el sprint es casi imposible ganar sin talento, Carl Lewis tiene un 90% de fibras rápidas, pero solo a los 15 años una biopsia demostró que tiene esa composición. Las fibras rápidas y lentas son importantes, pero con 10 años no se ve nada. A los 14 años posee un 14% de fibras intermedias, en el proceso de maduración cambiará las fibras intermedias en fibras rápidas y con entrenamiento mejorará el rendimiento.
Según Pila (2015), una marca motriz sobresaliente, tiene como norma el percentil 90, que indica que el 10% de la población medida en cada capacidad, tiene la posibilidad de realizar la exigencia o superarla, o sea uno de cada 10, 10 de cada 100 y 100 mil en un millón; en la estatura la norma es el 97 percentil, o sea, que el 3% tiene la posibilidad de cumplirla. Brito (2015), al aplicar un grupo de seis pruebas (talla + cinco pruebas físicas) para seleccionar talentos en atletismo, halló que solo menos del 3% de la población estudiada logra sobresalir en 3 y 4 pruebas.
Por lo anterior, un talento posee características que lo destacan por encima de los de su edad y se encuentran muy pocos casos en una población. Un talento descuella por una cualidad en el 1% de la población; pertenecer a este pequeño grupo no garantiza por sí solo el triunfo en un deporte. No se comparten las afirmaciones que expresan que el talento se encuentra entre el 6% o 10% de la población, pues de 1000 sujetos evaluados de una edad determinada, 100 podrían ser potenciales talentos, lo cual no corresponde con la realidad, no se encuentran tantos.
La publicación de Epstein (2014), revivió la vieja discusión acerca de si el talento deportivo nace para triunfar o es producto del entrenamiento y la determinación, más allá de los límites biológicos. Después de la codificación del genoma humano en el año 2001, los científicos estudiaron la relación entre los componentes genéticos y el ambiente competitivo, llevando la ciencia del deporte a otro nivel. La selección de talentos se puede estudiar desde tres enfoques: la influencia genética, la influencia del medio ambiente y la interacción entre genética y ambiente.
La discusión de si el talento nace o se hace en el transcurso de la vida, conlleva formular el siguiente problema ¿Qué determina el talento deportivo, la herencia, el ambiente o ambos factores? El objetivo del artículo es hallar la respuesta en la literatura y facilitar el abordaje de los procesos de selección de talentos.
DESARROLLO
Los factores genéticos
Para Leiva (2010), las primeras investigaciones sobre genética son de autores como Galton (1889), Person (1898), Ficher (1918), quienes estudiaron variables heredadas como la talla en familias nucleadas. Los hijos de padres altos son un poco más altos que sus progenitores; los hijos de padres de diferente estatura por lo general son más altos que los hijos de padres con igual talla. Los hijos donde la madre es más alta que el padre son más altos, que los hijos de padre alto y madre baja. La correlación entre la talla de la madre y el hijo es mayor que con la del padre.
La información genética es un factor decisivo en el deporte, Pimienta y cols. (2011), citados por Monzón (2013), plantean que los factores genéticos interfieren en el rendimiento deportivo, puesto que la identificación de la predisposición genética de los deportistas de élite presenta un perfil genético favorable al deporte practicado. Dos genes codifican el músculo: el gen ACTN2, que se expresa en todas las fibras, y el gen ACTN3 que está restringido a las fibras tipo II, es decir, las rápidas (Caló & Vona, 2008). Según Oliván (2013), el polimorfismo de ACTN3 llamado (R577X), está presente aproximadamente en el 18 - 25% de la población y beneficia a los portadores que realizan tareas con mayor uso de la fuerza y la potencia muscular. Deportistas que requieren mayor potencia muscular y velocidad presentan con mayor frecuencia los genes de ACTN3 con genotipo RR y RX que la población general; mientras que los de resistencia presentan con mayor frecuencia los del genotipo XX (Lucía, 2006).
Para Jacob Y., Spiteri, T., Hart, N., y Anderton R. (2018), los genes de la enzima convertidora de angiotensina (ACE) y la alfa-actinina-3 (ACTN3) se relacionan con niveles de élite de rendimiento en los deportes de resistencia, fuerza y potencia; incluyendo carreras y natación de fondo, ciclismo de carretera, remo, esquí de fondo, triatlones, carreras de velocidad, voleibol, saltos y lanzamientos, halterofilia, hockey sobre hielo, lucha y patinaje artístico. La fibra muscular se evalúa midiendo la carnosina, un metabolito que no es fácilmente influenciado por el medio ambiente, el entrenamiento o la dieta; las fibras de contracción rápida pueden tener el doble de carnosina muscular que las de contracción lenta. En los atletas, los niveles de carnosina muscular son un 30% más altos en velocistas y atletas de eventos cortos y un 20% más bajos en los atletas de eventos de resistencia, en comparación con el grupo de control.
El sistema nervioso determina el rendimiento. Para Vrijens (2006), las neuronas pequeñas permiten contracciones de larga duración y las grandes, contracciones explosivas. Las neuronas grandes tienen una velocidad de conducción superior y desarrollan cantidades grandes de impulsos hacia el músculo por unidad de tiempo, por ello se alcanza mayor fuerza máxima y se logra por las fibras de contracción rápida. La velocidad que desarrolla un músculo depende del número de fibras rápidas. (Ver tabla 1)
Tabla 1.
Proporción de fibras musculares en esprínteres según el grado de rendimiento
Fuente: Mero y col., 1981; citado por Vrijens 2006.
El proceso de selección es complejo porque se realiza cuando influyen sobre el organismo las cargas de entrenamiento y los procesos de desarrollo biológico. Las diferencias individuales entre la edad cronológica y la edad biológica, agrega más factores y variables a considerar. Para Bouchard (1991), los factores genéticos indican con mayor seguridad las posibilidades atléticas de un niño: la relación entre las condiciones innatas del atleta y el rendimiento posterior será del 45%, mientras que el 55% restante será provisto por el entrenamiento, los factores sociales y psicológicos. Según Astrand y Rodahl (1992), no es sano agrupar los niños por edad cronológica, pues un madurador temprano puede hacer que padres y entrenador sobrestimen su talento, luego los compañeros lo alcanzan demostrando que su éxito se debió a la maduración temprana. En el niño el código genético puede tener más impacto sobre los sistemas relacionados con el desempeño físico que el medio ambiente y el estilo de vida; pero un cambio en el estilo de vida puede modificar la edad biológica.
Según Leiva (2010), la talla depende casi enteramente del genotipo, por lo cual con gran exactitud la talla se puede predecir a partir de la talla de los padres. Cita a Nold (1963), quien estableció que la talla por encima de la de los padres se presenta en la medida que es más distante el lugar de nacimiento de los mismos; así en el caso de los hijos cuyos padres nacieron en el mismo lugar se encontró una talla de 171,5 cm; en el grupo de padres que nacieron separados por 10 km la talla fue de 172,1; para el grupo de padres que nacieron separados entre 11-20 km la talla fue de 172,6 cm; para los padres separados por 51-100 km la talla fue de 173,6 cm y cuando la separación de los padres fue por más de 100 km, se halló una talla de 174,1 cm. (Ver tabla 2)
Tabla 2.
Influencia genética en algunos indicadores morfológicos.
Fuente: (Shvapts V.B. y Jrutshev S.V. 1984, tomado de Leiva 2010).
Para Hawley y Burke (2000), los requisitos fisiológicos mínimos para competir a gran nivel en pruebas de menos de 30 segundos son: alto desarrollo muscular, larga longitud de palanca en las extremidades, elevada proporción de fibras de contracción rápida, capacidad para reclutar fibras rápidas, tiempo de reacción rápida, capacidad para generar y mantener una elevada potencia o velocidad y una potencia aeróbica moderada. En ese sentido, Ferro (2001) halló que la influencia de los factores antropométricos en el rendimiento de la carrera se evidencia en variables como la longitud del miembro inferior en la longitud de la zancada.
Según Bulátova y Platónov (2015), la actividad motora se encuentra determinada genéticamente. Una propiedad de los genes es su gran estabilidad entre una generación y otra, al igual que su capacidad de mutación, es decir, cambios hereditarios. La influencia hereditaria se observa en los parámetros morfológicos, más en las longitudes totales y menos en los volúmenes. En los parámetros funcionales como volumen sistólico, ventilación pulmonar máxima, nivel de VO2máx. y máxima deuda de oxígeno, hay una importante determinación genética.
Además de los factores genéticos es preciso observar los indicadores conservadores. Según Volkov y Filin (1988), la selección y orientación de los jóvenes atletas requiere de la medición de índices conservadores, que no se dejan influenciar fácilmente por el entrenamiento y el medioambiente, como la estatura y del tiempo de apoyo en la carrera. Para Siris, Gaidarska y Rachev (1988), en la selección de atletas velocistas, es característico un ritmo de movimientos que se distingue por un rápido tiempo de apoyo y por una relativamente larga fase de vuelo. Un estudio realizado por Blasévich con 2000 adolescentes varones sedentarios, mostró que en la carrera de velocidad máxima lograban el tiempo de apoyo en 150 - 160 milisegundos y los deportistas con categoría, en 110 - 130 milisegundos.
Respecto a la identificación de las capacidades, Hawley y Burke (2000), afirman que los científicos del deporte no saben todavía cómo predecir con precisión el rendimiento final de los deportistas ni el techo genético, no saben predecir con exactitud cuánto puede mejorar la fuerza, velocidad y capacidad aeróbica de un deportista. Hay deportistas capaces de obtener altos resultados en pruebas de laboratorio, pero fracasan bajo la presión extrema de la competición.
Según Pancorvo (2002), en las áreas de velocidad y salto en el atletismo y en determinados deportes de conjunto predominan atletas de la raza negra o mestiza, en los que se manifiestan características antropométricas y funcionales como el porciento de fibras musculares rápidas, mientras en disciplinas como la natación predomina la raza blanca anglosajona. No es absoluto, pero ello está relacionado con la dotación genética necesaria para las exigencias bioenergéticas y morfológicas de estos deportes. Según Vrijens (2006), se acepta que la velocidad es una capacidad determinada por la genética y el desarrollo de las capacidades fisiológicas que la condicionan puede hacerse desde temprana edad. La velocidad y la frecuencia de movimiento se fomentan desde la infancia, los movimientos rápidos y los procesos nerviosos son dos factores que permiten que la velocidad mejore de los 6 a los 14 años.
Para Platonov (2001), la actividad motriz del hombre se debe a su genética y se observa con claridad en el deporte. Los genes determinan la síntesis de proteínas, dirigen las reacciones químicas del organismo y establecen sus rasgos. Para la selección y orientación deportiva es significativa la influencia de la constitución genética del deportista sobre la perspectiva de los logros. Es importante determinar los tipos morfofuncionales hereditarios, las diferentes características de la función motriz, la influencia del genotipo sobre la capacidad de preparación, etc. (Ver tabla 3).
Tabla 3.
Índices morfofuncionales y motrices en el ser humano
Fuente: Platonov, 2001
Según Brown (2001), el atletismo tiene diferentes eventos y las indicaciones de talento varían para cada prueba. Los velocistas pueden tener características distintas, pero los que se destacan son los de raza negra, con más de 180 cm de estatura y poderosamente fuertes. Otro indicador temprano del talento de sprint es la potencia que permite una velocidad explosiva. Se evalúa con test de salto vertical; si una mujer en su adolescencia puede saltar 17 pulgadas o más, tiene una gran oportunidad de convertirse en velocista de élite, saltador largo o de altura. El estándar para medir el sprint y el potencial de salto en los hombres, es de 24 pulgadas. Para Rius (2014), la velocidad está condicionada por unos factores genéticos, como la antropometría, el tipo y calidad de fibra muscular y la capacidad de estimulación neuromuscular, y la mejora de la velocidad se logra incidiendo sobre entrenamiento óptimo de la fuerza, entrenamiento de los procesos metabólicos, aprendizaje motor de los gestos y desarrollo precoz de la rapidez.
Hace muchas décadas que el record para los 100 m no es establecido por atletas blancos. Según Leiva (2010), las últimas victorias fueron logradas por el alemán Armin Hari, en Roma, 1960 y el ruso Valery Borzov, en Múnich, 1972. La supremacía de la etnia afrodescendiente en las pruebas de velocidad es evidente en los resultados de los Juegos Olímpicos de Atlanta, Sídney, Atenas y Beijing; esto se ha mantenido en Londres 2012 y Rio 2016. Atletas como Donovan Beili y Usain Bolt con 9.58 seg. en 100 m y Michael Johnson y Usain Bolt en 200 m, lo atestiguan. Johnson, con 19.32 seg. en 200 m alcanzó 44 km/h, superado por Bolt con 19.19 segundos. La superioridad de los afrodescendientes está en la talla y la envergadura, más mesomorfos, forma trapezoide, cadera estrecha, amplios hombros, buen desarrollo muscular y fuerte estructura ósea. Los mejor dotados para la velocidad provienen de África occidental, de países como Camerún, Sierra Leona, Nigeria, Senegal y Zaire, los cuales dejaron descendencia en países como Jamaica, o Estados Unidos.
Según Wells (2000), la dotación genética determina en gran parte las características estructurales y fisiológicas de cada persona. Los rasgos específicos para destacar en un deporte se ponen de manifiesto en un perfil deportivo. Los científicos tratan de identificar las características y habilidades para rendir en los eventos y elegir los candidatos más probables para el rendimiento. Cita a Wilmore (1982), quien afirma que científicos soviéticos establecieron un completo perfil antropométrico, biomecánico, fisiológico y de rendimiento necesario para un velocista de categoría mundial. La búsqueda y examen de atletas soviéticos llevó a la selección de un grupo que incluía a Valery Borzov, un saltador de longitud, quien después de meses de entrenamiento ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de 1972.
En Colombia y muchos países latinoamericanos conviven personas de diferentes etnias: blancos, afrodescendientes, indígenas y las mezclas que se derivan como mestizos y mulatos. Esta diversidad genética en el ADN los hace proclives para el éxito de diferentes deportes. En el atletismo de velocidad predominan los afrodescendientes, en países con velocistas de élite, como Jamaica, Cuba, Trinidad y Tobago o Estados Unidos (Epstein, 2014). En Colombia existen concentraciones de población afro sin mayor mezcla con otras etnias, lo que lleva a pensar que pueden existir personas con la genética necesaria para ser velocistas de élite, como los casos de Catherine Ibarguen en salto triple, campeona olímpica, Rio 2016; Bernardo Valoyes, en 200 m campeón centroamericano, Barranquilla 2018; Anthony Zambrano, en 400 m planos, campeón panamericano, Lima 2019 y medalla de plata en el mundial Doha 2019, con record suramericano sub 23, con 44,15 seg. (Ver tabla 4)
Tabla 4.
Resultados promedio de la carrera en distancia corta de niños americanos por raza
Fuente: Malina R.M. y Bouchard, 1991. (Tomado de Leiva, 2010).
Los factores ambientales
Otro punto de vista de gran relevancia es la influencia del medio ambiente y el entrenamiento en el desarrollo de las capacidades y habilidades para alcanzar altos desempeños en el deporte. Si el componente biológico es importante, lo es más la condición psicológica y ambiental. Para Vittori, entrenador de Pietro Menea (citado por Weineck, 2012), la motivación es el punto más importante de un talento, sin motivación ni trabajo no hay nada. Los talentos deben tener mentalidad y voluntad del esfuerzo, muchos no tienen esa fuerza increíble que necesita el atleta.
También se enfatiza en la capacidad de aprendizaje y asimilación de la carga de entrenamiento. Para Blázquez (1995), talento es aquella persona que por su capacidad de asimilación y rendimiento destaca en una especialidad deportiva determinada. El talento depende de la capacidad individual, de las motivaciones del sujeto y del medio social, expresión de interacción de estas condiciones. El talento tiene que ser no solo descubierto sino también estimulado y formado.
Según Leiva (2010), investigaciones sobre el desarrollo de habilidades respaldan la relación entre entrenamiento, práctica y adquisición de destrezas deportivas. Una de ellas es la regla de los 10 años de Simon y Chase, en 1973 y la Ley exponencial de la práctica de Newell y Rosenbloom, en 1981. Se requiere un mínimo de 10 años de compromiso con altos niveles de entrenamiento para alcanzar el nivel de experto. Esta regla ha sido respaldada por los resultados observados en música (Ericsson et al., 1993; Hayes, 1981; Sosniak, 1985), matemáticas (Gustin, 1985), natación (Kalinowski, 1985), carreras de fondo (Wallingford, 1975) y tenis (Monsaas, 1985), entre otras. Los expertos acumulan más horas de entrenamiento que los no expertos (Helsen et al., 1998; Starkes et al., 1996; Hodge y Deakin, 1998).
Al respecto Ericsson (2015), considerado el padre de la teoría de la práctica deliberada o de las 10.000 horas, afirma que si alguien desea llegar a ser mejor en algo puede hacerlo, a través de la práctica deliberada. El objetivo no es solo alcanzar el potencial, sino crearlo, hacer cosas que antes no eran posibles, es preciso desafiar la homeostasis, salir de la zona de confort y forzar la mente y el cuerpo a adaptarse, así el aprendizaje deja de ser una manera de cumplir con el destino genético y se convierte en el modo de tomar control de la vida.
Según Ericsson (2003), la práctica deliberada es cuando la persona inicia una práctica (diseñada por maestros) con el objetivo de mejorar algún aspecto del desempeño. Si las capacidades básicas, las características fisiológicas y el rendimiento pueden modificarse a través del entrenamiento extendido, no se puede concluir que alguna característica se determina de manera innata porque es fisiológica. ¿Es incluso posible que el desarrollo del rendimiento deportivo de élite pueda explicarse completamente como el resultado de un entrenamiento extenso? El nivel de desempeño de los futuros expertos continúa mejorando durante 20, 30 o 40 años, mucho después de haber alcanzado la madurez física hacia los 18 años. En ciertos dominios, incluso los más talentosos no pueden alcanzar un nivel internacional en menos de una década de experiencia y preparación intensa.
Según Romero y Güemez (1987), la carrera de 100 m ha sido considerada como una prueba para atletas dotados de cualidades innatas para la rapidez, pero ahora se sabe que es una prueba técnica accesible a todo atleta con cualidades físicas y morfología normal; la perseverancia y el trabajo reemplazan a menudo las cualidades naturales y de esta manera los records de velocidad son logrados por atletas que poseen al menos 6 - 10 años de preparación y no, por principiantes.
Para Baur 1993, (citado por Lorenzo, 2014), no se debe olvidar el importante papel desarrollado por el entorno y las condiciones ambientales que rodean al sujeto talentoso. El concepto de talento como un individuo dotado de características particulares debe abarcar la interacción persona - ambiente; un talento se desarrolla dentro de un proceso y está estimulado por las condiciones ambientales con el fin de perfeccionar sus características de personalidad. Para Durand-Busch y Salmela (1996), el concepto de talento no puede referirse solo a las aptitudes que determinan el rendimiento del deportista, sino que debe ser sustituido por el de sujeto experto, entendido como alguien experimentado, que ha aprendido con la práctica, con la habilidad y disposición para rendir en la práctica de un deporte determinado.
Según Villamarín (2010), el problema de la selección y orientación de talentos no termina en la detección e identificación del talento en sí, sino que requiere de una serie de condiciones y recursos que faciliten su desarrollo y permitan el crecimiento de las capacidades y habilidades necesarias para llegar al alto rendimiento, entre otras, los centros de preparación deportiva, entrenadores calificados, alojamiento y alimentación para los jóvenes deportistas, facilidades de estudio y mejores condiciones para el entrenamiento y la competición.
Los factores genéticos y ambientales
También existen especialistas que se expresan en favor de los factores genéticos y ambientales para garantizar el éxito en el deporte. Al respecto Volkov y Filin (1988), afirman que un logro deportivo relevante es el resultado de una compleja interacción entre los factores hereditarios y las influencias del medio. Unos dan preferencia a los factores externos: trabajo, educación, entrenamiento; otros, a las aptitudes hereditarias. Reconocer la influencia del factor genético no implica minimizar el papel del ambiente. La información genética solo puede desarrollarse si en cada periodo de edad hay una óptima relación con determinadas condiciones del medio. Para Cruz (1988), es conocido que el desarrollo individual del organismo está predeterminado por factores genéticos y determinado por factores ambientales, lo cual significa que el desarrollo está subordinado a la acción de dos programas: el biológico y el social. Además, es importante conocer la composición étnica de la población y las condiciones climáticas y geográficas de las distintas regiones.
Es tan importante el aporte de la genética como el aporte del ambiente. Según Grosser, Starischka y Zimmermann (1988), el entrenamiento en el terreno del alto rendimiento tan solo es útil cuando los deportistas disponen de altas condiciones genéticas (aptitud o disposiciones naturales) e influencias sociales positivas: familia, profesión, entrenador y lugares de entrenamiento. Zatsiorski y Sirguienko 1975, (en Volkov y Filin, 1988), determinaron la influencia de la herencia y el ambiente en el desarrollo de las cualidades motoras. Hallaron una considerable predisposición hereditaria en el periodo latente de la reacción motora, en la velocidad y la fuerza (salto de longitud parado y con impulso, carrera de 30 m), en la fuerza relativa y la frecuencia cardiaca máxima. El ambiente se manifestó en la fuerza absoluta de los músculos, la frecuencia de movimientos, la habilidad y el lanzamiento de peso.
El talento está compuesto por factores genéticos y ambientales. Para Platonov (1988), el talento no puede por sí solo, incluso si es muy grande, bastarse para obtener resultados de alto nivel; esto solo se logra por medio de un trabajo duro, en un contexto social favorable. Según Zatsiorski (1989), el talento deportivo se caracteriza por determinada combinación de las capacidades motoras y psicológicas, así como de las aptitudes anatómico-fisiológicas que crean en conjunto la posibilidad para el logro de altos resultados deportivos en un deporte. Según Martin, Carl y Lehnertz (2001), al describir las regularidades del desarrollo humano hemos de tener en cuenta que las secuencias del desarrollo individual dependen tanto de la herencia genética como de la influencia del entorno.
Según Bompa (2005), la velocidad es importante para la mayoría de deportistas, deben correr, moverse, reaccionar o cambiar de dirección rápidamente. La velocidad viene en gran parte determinada genéticamente, en dependencia de las fibras musculares; a mayor porcentaje de fibras de contracción rápida, más rápida será la reacción y más potente la contracción muscular. Pero la velocidad también puede desarrollarse con el entrenamiento. Según Kozel 1996, (citado por Tranckle, 2005), el talento es un atributo complejo; su estructura está determinada genéticamente y sujeta a condiciones ambientales. La investigación continúa identificando características para el rendimiento de élite, pero el ojo del entrenador y su juicio de experto, es decisivo en el proceso de búsqueda y selección del talento.
Para Leiva (2010), las características de las personas como la constitución corporal, las capacidades físicas y las propiedades del sistema nervioso se encuentran determinadas genéticamente, en la expresión toman parte diferentes genes, y se dificulta saber cuál aporta mayor contribución a la formación de un determinado indicador, ¿la herencia o el medio? Estas manifestaciones pueden ser totales o parciales, por ello se debe considerar la herencia en la formación de las cualidades físicas, aun cuando el desarrollo de estas dependa del medio ambiente.
Los indicadores para la selección de talentos en el área de velocidad en atletismo, son, según Romero (2010), los resultados de los ejercicios que tienen elevada correlación con la disciplina, que para velocistas y saltadores son carrera de 30 m lanzados, de 60 m salida alta, salto de longitud desde el lugar, tiempo del periodo de apoyo, carrera de 300 m y salto vertical; los ritmos de desarrollo de las capacidades motoras; los ritmos de desarrollo de los resultados competitivos; los ritmos de asimilación de la carga; y la herencia, que incluye la talla e índice córmico, el pronóstico de crecimiento y la biopsia muscular para determinar tipo de fibras.
Según Platónov y Bulátova (2015), las capacidades de velocidad, en todas sus manifestaciones, se determinan por dos factores: la actividad neuromotora y la capacidad de la acción motriz. El primero está determinado genéticamente y se perfecciona muy poco, así el tiempo de reacción motora en personas no entrenadas oscila entre 0,2 y 0,3 s; con el entrenamiento el tiempo de reacción solo puede mejorarse 0,1 s. El segundo factor, se presta para el entrenamiento y representa la reserva principal para el desarrollo de las formas elementales de la rapidez.
Según Jacob Y., Spiteri, T., Hart, N., y Anderton R. (2018), en la identificación de talentos se puede usar la tecnología para examinar la composición genética e investigar si un genotipo en particular contribuye al rendimiento deportivo. Los genes ACE y ACTN3 han demostrado un gran potencial para predecir la destreza atlética en deportes tanto de resistencia como de fuerza y la potencia. Es poco probable que el talento atlético sea el resultado de una pequeña cantidad de variantes genéticas, más bien una combinación compleja de gran cantidad de genes expresados y de condiciones ambientales. La investigación determina si un genotipo en particular permite que los atletas se desempeñen mejor y reaccionen a ciertos estímulos de entrenamiento.
Para Epstein (2014), los datos apoyan con claridad que se trata de lo innato y de lo aprendido, evidenciado del béisbol al tenis. Por ejemplo, dos saltadores de altura, Holm quien llegara a ser campeón Olímpico en Atenas 2004 con 2.40 m. tras 20 años de entrenamiento con solo 1.80 m de estatura y Thomas, quien en menos de un año de entrenamiento logró 2.35 m y el campeonato del mundo de Osaka 2007. Los científicos intentan explicar la varianza en el rendimiento, si depende de los genes, de la práctica o algo más; aunque la práctica acumulada por 10.000 horas debería explicar la mayor parte de toda la varianza, no es así, los estudios demuestran que la varianza explicada por la práctica es baja o moderada.
CONCLUSIONES
Existe evidencia científica que demuestra que algunos genes pueden ayudar en la identificación y selección de talentos para el deporte, para lo cual se puede emplear la tecnología. Además, los genes adecuados pueden llevar a la persona hasta el nivel de alto rendimiento.
Los factores medioambientales y el entrenamiento deportivo exigente y continuo durante aproximadamente una década puede llevar al desarrollo de las capacidades y habilidades hasta el alto rendimiento.
Muchos resultados de investigación y experiencias en la preparación de los deportistas demuestran que para llegar a la élite del deporte se requiere una combinación de factores genéticos y ambientales.